viernes, 18 de febrero de 2011

Tormenta geomagnética del Sol= Auroras polares

Casi al medio día de la mañana despejada del jueves 1 de septiembre de 1859, Richard Carrington, de 33 años (el astrónomo solar más destacados de Inglaterra), se encontraba en su bien equipado observatorio privado.
Como en cualquier otro día soleado, su telescopio proyectaba una imagen del Sol de 28 cm (11 pulgadas) de ancho sobre una pantalla y Carrington trazaba con gran habilidad las manchas solares que veía.

Esa mañana, él estaba capturando el aspecto de un enorme grupo de manchas solares. De repente, ante sus ojos, dos cegadoras gotas brillantes de color blanco aparecieron sobre las manchas solares, se intensificaron rápidamente y adoptaron la forma de dos riñones.
Luego de 60'' ya que las gotas estaban esfumándose. Los puntos blancos se contrajeron hasta volverse puntitos y, posteriormente, desaparecer, en tal sólo 5'.
Justo antes del amanecer del siguiente día sobre los cielos de todo el planeta aparecieron auroras de color rojo, verde y púrpura; eran tan brillantes que se podían leer los periódicos como si fuera de día. Las impresionantes auroras se hicieron presentes incluso en lugares con latitudes casi tropicales como Cuba, las Bahamas, Jamaica, El Salvador y Hawai.
Lo que Carrington vio fue una erupción solar de luz blanca: una explosión magnética en el Sol.
Ahora sabemos que las erupciones solares ocurren con frecuencia, especialmente durante el máximo del ciclo de manchas solares. La mayoría revela su presencia al emitir rayos X (registrados por telescopios de rayos X en el espacio) y ruido de radio (detectado por los radiotelescopios en el espacio y sobre la Tierra).
La explosión no sólo produjo un aumento en la luz visible, sino también una enorme nube de partículas cargadas y bucles magnéticos (una Eyección de Masa C: EMC); y dicha nube fue lanzada directamente hacia la Tierra.
Cuando la EMC llegó, impactó contra el campo magnético de la Tierra, causando que la enorme burbuja de magnetismo que rodea a nuestro planeta temblara y se sacudiera. Los investigadores llaman a esto "una tormenta geomagnética".
Otra una gran erupción solar se produjo el 4 de agosto de 1972.
El 13 de marzo de 1989, una erupción similar provocó tormentas geomagnéticas que interrumpieron la transmisión de energía eléctrica.
En diciembre de 2005, los rayos X de otra tormenta solar interrumpieron las comunicaciones satélite-Tierra y las señales de navegación de los Sistemas de Posicionamiento Global (GPS, por su sigla en idioma inglés) durante aproximadamente 10 minutos.

Es posible buscar registros aún más atrás en el pasado examinando el hielo ártico. "Las partículas energéticas dejan una marca en los nitratos de los núcleos de hielo".
Las estadísticas sugieren que este tipo de erupciones son eventos que ocurren una vez en 500 años.

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